Complicado. Complicado resumir tanto. Pero necesario. Son tres años y pico de vida. Son 746 órdenes de trabajo. 773 episodios. 450 personajes. Páginas, y páginas, y páginas... Y gente. Gente que pasó de largo. Gente que se quedó. Unos que estuvieron a disgusto siempre y que trabajaron con desprecio a lo que hacían. Otros que se acoplaron e intentaron hacer con poco, mucho; y de la pobreza ,virtud. Estos valientes y supervivientes son los que pueblan ahora la tierra baldía de "Yo Soy Bea". Un trabajo. ¿Duro? No. Que nadie os engañe, es DIVERTIDO. Lo duro es no tener trabajo, y pocos contratos tienen tanta duración en estos gremios como este que nos ocupa. Un trabajo, vale, sí. Pero cuando te encierras 11 horas diarias con personas en un espacio cerrado en el que se recrea un mundo imaginario para dos millones de televidentes... se acaban creando unos vínculos muy fuertes. En los sectores más técnicos porque sin apoyarse mutuamente sería insufrible el esfuerzo. Entre actores... también es insufrible cuando no consigues conectar con un compañero/a... pero cuando conectas... cuando miras a los ojos y te crees lo que te están diciendo... cuando entonces te olvidas de que eres actor y simplemente te dejas llevar, reaccionando espontáneamente a lo que te provocan... amigos... eso es magia. Y en esta serie me ha sucedido muchas veces. Y eso sí que crea vínculos. Vínculos indelebles. Y uno se acostumbra a vivir cotidianamente con esa motivación de obtener cada día el respeto de tus compañeros. De demostrarles que aprendiste la lección de ayer y que hoy no cometerás el mismo error. Convivir diariamente con el reto de superarte, o si no al menos de intentarlo una vez más... aunque sabes que los medios son precarios, que lo tendrás todo en contra, que no hay tiempo de repetir... ni de fallar... o aciertas o te jodes. Vuelve mañana e inténtalo otra vez. Así es la rutina en una serie diaria. Así es "Yo Soy Bea". Y luego te vas a casa y si quieres te ves... en la tele... y a menudo te horrorizas.... pero luego te sorprendes.... ¡esa vez lo conseguí!...¡eso era lo que quería!....¡ y lo he hecho! ¡Mañana otra vez!
Y así, día tras día. Un entrenamiento, amigos. El que sale de YO SOY BEA sale preparado para soportar el infierno... o para saber apreciar el paraíso. Pero los que hemos salido airosos podemos ir por la vida con unos galones muy grandes cosidos en todo el pecho. Y con una inscripción que dice..."Yo estuve allí. Sé que no hice la mejor serie del mundo, pero sí la más difícil. Y la mantuve a flote casi ochocientos episodios" Ahí queda éso. Vínculos. Camaradas. Hermanos. Gente querida. ¡Costumbres! Gente, rostros, manos y miradas que se han hecho imprescindibles. En vida y oficio. Por eso te preguntas: ¿Podré? ¿Sabré? ¿Sabré levantarme un día sin el incentivo de ver la sonrisa escandalosa de Rocío en la sala de maquillaje? ¿Podré sobrevivir sin el beso tierno y la comprensión entusiasta de Amanda por los pasillos? ¿Cómo me lo monto sin la esperanza de que Esparza entre en mi camerino con un texto lleno de garabatos para revolucionar una escena? ¿Y sin David Arnáiz desentrañando el comportamiento humano con sus imitaciones? ¿Y Aure y su perro despeluchado? ¿Y las carcajadas de Raquel? ¿Y el chorro frío en la cabeza de Carmen Crespillo? ¿Y sin la mirada tranquila de Coki Morillas, sabré actuar sin éso, sin la seguridad que me infunde su voz maternal? Sin la dulzura de Luisa posando sus ojos de gata en tu mejilla y su esponja en tu piel. Sin el sarcasmo fronterizo de Javi Velasco. Sin la presión amistosa de los sufridos Roberto y Txintxu, gente creativa obligada a ser sombra de escurridizos cómicos. Sin la sonrisa pícara de Mario llamándote "chiquitín" y haciéndote entender que va tres jugadas y media por delante de tí. Sin David Kuntz con su sitar y su nihilismo activo. Sin Raquel, Raquel, Raquel Parrón... que se entera de todo y lo comprende todavía más. Sin el sanedrín de la vida que se puede formar en el cuarto de los conductores con Diego, Jose Carlos, Alberto... los acordes de Carlos, el brillante y templado Carlos... y la sabiduría de Tibor... ese corazón tan grande con canas por arriba...
Y si bajamos al piso de abajo son más las incógnitas... porque Maracucho puede enseñarte sobre sonido todo lo que nunca aprendiste con Barrio Sésamo, es decir, la diferencia entre arriba y abajo, que se te oiga o que no, si puedes susurrar o no debes gritar. Grande. Grande como Ángela, uno de los seres más tiernos y a la vez fuertes sobre la tarima terráquea, y cuyo único defecto es ser del Real Madrid (nadie es perfecto). Con Medina he aprendido a moverme frente a una cámara, y a que las emociones tienen ángulos; y con Paul, que la verdad en escena tiene un marco, y que si tú quieres ser la menina, déjale a él ser Velázquez. Ramón Perdiguero ha estado apunto de conseguir que un lerdo fotovoltaico como yo desarrolle sensibilidad a la luz. No es que haya conseguido (el pobre, os juro que puso empeño) convertirme en un fotómetro, pero al menos me siento en primero de esa asignatura que por desgracia y equivocadamente muchos actores pretenden esquivar: la iluminación. Rafa De la Cueva ha sido un maestro conmigo, en paciencia ante mis ataques de inseguridad, y en el tempo de la comedia. Con Luis Arribas aprendes que se le puede sacar humor al diálogo más insulso e informativo. Con Milewicz, que los detalles tienen poder... y que el actor no solo tiene el derecho, sino más bien el deber de proponer e implicarse en la puesta en escena, aunque sea el director quien disponga. Gonzalo Baz fue un ingeniero que nos traía partituras escénicas que , al menos a mí, me ayudaban a actuar seguro de lo que hacía. Ingeniero debería ser Luis López Olivar, el único decorador de España capaz de construir decorados efectivos mientras un equipo graba sin parar... ¡habría que verle operar en condiciones! Y ésto me hace pensar en el pacífico Peter y el temperamental Alberto, consagrados a la imposible misión de que nos respetemos entre equipos para cumplir órdenes de trabajo que cualquier ayudante de dirección en su sano juicio daría por imposibles...¡Qué duro, pero cómo han crecido aquí! Como Román, Álvaro y Bego, que pelean y regatean en la trinchera del día a día por que luzca lo que no tiene brillo. Guerrilleros ellos. Alumnos del gran Javi. Y podría seguir... porque pienso ahora más en los que quedan, pero habría que recordar a los que arrancaron esta locomotora... Mapi Laguna, junto con Mariana Cortés, CREÓ estos personajes que hoy seguimos interpretando y que encandilaron a muchos millones de espectadores y a base de reuniones creativas con Covadonga Espeso, Roberto Goñi y luego con nosotros. Miremos más atrás: Mónica Estarreado, más hermana mía en la realidad que en la ficción, estableció un listón altísimo de profesionalidad del que todos los que empezamos con ella intentamos no bajar. Berta de la Dehesa, Inma Isla, Borja Tous, Carmen Ruiz, Fedra Lorente... establecieron espontáneamente las bases del juego cómico que más tarde todos hemos utilizado. Hubo grandes momentos de Roberto Correcher (uno de los mejores actores que han pasado por aquí) o de Vicente Cuesta en el ámbito de la comedia; y otros tantos en el drama con Alejandro Tous. No olvidaré los duelos de espadachines verbales con Seda ni que Ana Milán nos enseñó el noble arte de la improvisación salvaje en pos de la última frase. Ni olvido el coraje de Patricia y Adróver cuando cogieron el testigo. Fué una gozada verles crecer juntos. Y dejo para el final a la gran gran gran NINES MARTÍN. Me pregunté al verla... ¿Qué demonios hace esta dama del escenario en una serie diaria? La respuesta... fácil: ¡Pasárselo bien! ¡ Conseguir que la gente que actúa con ella entre en su ritmo y se lo pase bien. Y de paso conectar con millones de televidentes.... en fin. Señoras y señores... se acabó el recreo... y hay mucha más gente detrás de esta travesía... gente haciendo horas y horas en la sala de máquinas de realización. Y gente creativa y cojonuda que compone los cachos que les dejamos los demás; como Susi, Paco ,y el gran Manolo en edición, montaje y sonorización... todos concentrados en un polígono de Navalcarnero... y no dejo de olvidarme caras y nombres... ¡Y JEFES!... porque jefes hemos visto pasar constantemente por encima de nuestras cabezas.... unos se han estrellado solos.... otros pasaron a mejor "serie"... pero lo que se dice "currando" hemos mantenido un equipo bastante estable que pienso ha dado cuerpo a esta serie que HOY SE DEJA DE GRABAR, PERO QUE ESPERO SIGÁIS VIENDO EN EMISIÓN HASTA QUE ACABE.
Vínculos. Convivencia. Sentimientos. ¿Sabré trabajar sin ellos? ¿Podré? Francamente, ahora tengo la sensación de que ya no soy nada sin ellos. Sé que pasará. Y que me llevaré este entrenamiento brutal.Este aprendizaje duro y fértil. Esta convivencia dolorosa a veces y maravillosa casi siempre. Suelto el lastre (unos 20 kilos) y me llevo esto conmigo para el siguiente viaje. Y es que si me dejasen... quiero estos marineros, quiero estos capitanes. Porque después de YO SOY BEA son más fuertes y más intrépidos que nadie. Porque son mis amigos. Porque son de los que nunca me dejarían caer. Gracias, hermanos. Gracias.