Hubo luz y después hubo pinza
Hubo maldición
Y hubo refugio en sábanas.
Y luego vino el terror
a perder
que convierte a los héroes en conejos
que convierte a las diosas en grillos.
Y entonces
prudentemente
es cuando decides volver a ser humano
a la triste y sobria oficina de tu alma
a sellar los sentidos certificados
a prescindir...
De las caricias
De las piernas tersas
Entrelazadas entre las tuyas
Prescindir de la pradera
Prescindir del viento
Prescindir del dolor.
Como Kafka diría
prescindir de la cabeza y del caballo...
Yo, como Kafka, prescindiría de una vida
a cambio de 15 minutos de eternidad.
Miguel Hermoso Arnao
Jean-Françoise Millet - La ráfaga de viento
6 comentarios:
Prescindir del reloj,
del estrés y la tecnología
para volver a disfrutar
de las pequeñas cosas de la vida.
Resulta tan sencillo y complicado que no nos paramos a pensar en cuánto disfrutábamos hablando con los amigos, mientras tomábamos café, las risas, la tristeza, el paseo a casa después de un duro día. Ahora, lo más parecido, es ir caminando mirando el móvil como personas que no se conocen.
Profundas y preciosas las líneas que has escrito.
Cómo prescindir del viento
si representa todo aquello que es verdaderamente importante,
todo aquello que vale la pena,
todo aquello que permanece,
la eternidad misma,
aquello que no puedes ver
pero sí puedes sentir
Prescindir de la vida,
volver a ser etéreos,
en comunión con lo eterno.
Prescindir del dolor,
volver a disolvernos en la nada
y ser felices.
Prescindir de la carga cultural y social,
volver a la selva
y no necesitar apenas nada.
Renacer, en una palabra,
como seres distintos.
¡Bella utopía!
Me entusiasma provocar vuestro instinto poético!
Ni fango de clase baja,
ni resplandor de clase alta,
quien algo quiere, algo se le enfrenta,
y a quien le cuesta, siempre merece.
Como la ignorancia es atrevida
y la pasión desprevenida;
como los que tanto desean
y cuantiosamente se lamentan.
Al igual que los que vierten sus lágrimas en el vaso vacío,
para poder verlo lleno;
pero ni siquiera la angustia llena todos los rincones de una casa,
ni el valor de un padre sana los miedos de un loco.
¿Prescindir del viento?
El viento, aquella pequeña brisa que siempre te acaricia. La sensación que te sorprende a su llegada.
Si renunciáramos al viento, desterraríamos la furia que nos empuja cuando no nos quedan fuerzas. Si le dijéramos adiós, perderíamos la calidez de los abrazos, desterraríamos el sosiego que te trasmiten los más allegados.
Si nos olvidásemos del viento perderíamos la emoción ante lo que está a nuestro lado.
¿Renunciar al viento?No, gracias, al menos, por mí, no.
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