jueves, 18 de octubre de 2012

Nacionalismo y fútbol: viejos amigos.

El 13 de mayo de 1990, en el estadio de Maksimir de Zagreb, capital de Croacia, entre los Bad Blue Boys (ultras del Dínamo) y los Delije (del Estrella Roja de Belgrado), se desató un incidente muy violento que se hizo famoso por ocurrir a pocas semanas de las primeras elecciones multi-partidarias en Croacia, tras casi cincuenta años de socialismo forzado. 
Ambos equipos eran descarada e impunemente utilizados por los respectivos líderes nacionalistas de Croacia y Serbia que, chapoteando en el ácido caldo de cultivo de la pobreza y el descontento, se habían encumbrado hasta aplastar cualquier ideología socialdemócrata o liberal. Hubo enfrentamientos entre ultras, ultras contra policía... con gente apuñalada y otra intoxicada por los gases lacrimógenos. 
Casi nadie acudía a ver un partido de fútbol. Iban a exhibir un “sentimiento nacional”. Y así comenzó una guerra que dio lugar a una dolorosa secesión que incluyó masacres y “limpiezas étnicas” en ambos territorios. 

No había debate de ideas, sino de “sentimientos”. 
Sentimentalismo político. Peligroso. 

Eso es lo que se nos planteó, tanto en la manifestación de la diada como en ese presunto enfrentamiento entre Cataluña y España (Barça-Madrid) en el Camp Nou, que dirimieron finalmente un portugués y un argentino.


Soy consciente de que, por suerte, no parece que aquí se pueda llegar a la violencia. Pero ese es el fuego con el que se está jugando... 
Porque es innegable que hay en Cataluña eso que llaman un “sentimiento nacional”. Es poco comprensible que necesite de espectáculos deportivos para manifestarse como cuando hace 30 años existía una verdadera represión, porque ahora no solo no se reprime ese “sentimiento” sino que se estimula desde las instituciones y se enseña en las escuelas. 

En realidad, tanto la manifestación independentista del día de la diada como el clamor “Puta España” del Camp Nou son muestras de que nadie impide ser catalán a ningún catalán, de que nadie parece reprimir u oprimir a nadie. 
Pero el nacionalismo nace, crece y se reproduce al calor de un enemigo externo y esa amenaza opresora... ¿Es España? ¿Es esa “Puta España”-de la que hablaba a carrillo batiente Pepe Rubianes (gran actor catalán que actuaba a menudo en español)- a la que supongo que pertenecemos los de Albacete, los de Mérida y por supuesto los madrileños? Entonces esa “Puta España” que se atacaba en el estadio del Barça como el mayor de los males... ¿Soy yo? 

Desde luego, el nacionalismo catalán ha sufrido el nacionalismo español. 
¿Hay un nacionalismo malo y otro bueno
En realidad, tiene sentido: el nacionalismo necesita de nacionalismo opositor para desarrollarse porque, como se insiste una y otra vez, “es un sentimiento”. La verdadera cuestión es: ¿Un sentimiento es una idea política? Probablemente no. De modo que... 
¿Independencia? Venga, vale, pero... ¿para qué? ¿Cuál es el proyecto político exactamente? 

Yo no he oído nada sobre lo que hay al otro lado del espejo de la independencia. Bueno, sí, he oído a los niños de una escuela catalana decir cosas como “queremos estar en libertad de España y ser un país democrático” o “queremos ser independientes para que cuando vayamos al súper la comida no cueste tan cara” o “nos tenemos que separar de España porque así el dinero se gastará en sanidad” o “para que en el d.n.i. ponga catalanes y no españoles”. 
Pido disculpas anticipadas a los padres, pero... ¿No parece un caso claro de manipulación? ¿Son esos los argumentos que ese unido y comprometido “pueblo catalán” comparte? Porque Wert sale con aquello tan escandaloso de “españolizar niños catalanes”, pero ¿”catalanizar niños” sí es bueno? Pienso yo que toda programación política pedagógica por parte de un estado es perversa. Y opino que la estupidez de unos fomenta espectacularmente la de sus contrarios. 

De modo que, independientes, todo nos irá mejor. Punto. 
No hay más explicación. 
Eso es un sentimiento, claro. 
Soy actor y sé algo de eso. 
Las emociones no quieren razones. Se apoderan de ellas. 

Hay políticos que eran claros partidarios del estatuto y la autonomía hasta que se han dado cuenta de que otros les adelantaban por la derecha gracias al impulso de ese “sentimiento nacional” y pienso que, por una cuestión de supervivencia, se han apuntado a él. 
El fenómeno se amplía: si no eres independentista, no puedes “molar”, debes creer en algo abstracto, en una corriente que nadie te explica dónde desemboca pero en la que es gozoso flotar porque tiene fuerza de verdad. Fijaos si se amplía que Federico Jiménez Losantos (su satánica majestad) se apunta a la independencia de Cataluña para liberar a España del insaciable chantaje económico y del complejo de culpa con el que nos acostamos los madrileños, los manchegos, los extremeños... ante la persistente acusación de estar gastando “su dinero”. Algo no encaja. 

Parece ser que Cánovas dijo que español es el que no puede ser otra cosa. 
Así que, ante el innegable impulso independentista, yo me pliego; pero me permitirán, por favor, señoras y señores catalanes, que les pregunte: ¿Todos los que tienen ese “sentimiento nacional” tienen la misma idea sobre cómo se usará? 
Y que les plantee: no se dejen llevar por hienas sedientas de más poder... exijan a sus líderes que propongan algo muy original y muy espectacular y muy pragmático y muy convincente. 
Porque de lo contrario, me temo que formar parte de España seguirá siendo el menos malo de los estados para ustedes, igual que formar parte de Europa sigue siendo lo menos malo para todos.

2 comentarios:

Laura dijo...

¡Buenas tardes!

Hablamos de sentimientos, y cuando los sentimientos que fluyen del corazón se imponen sobre la lógica, vamos mal.

Sin embargo, es muy difícil ahogar un sentimiento que está ahí, que ha estado siempre ahí, unas veces más latente y otras veces más presente. En este caso un sentimiento de "pertenencia" a un pueblo, ya sea el vasco, gallego, catalán o canario, entre otros.

Y eso es lo que me parece peligroso. Que el poder político se valga de ese sentimiento para querer desviar la atención de otros problemas que están ahí, que son más graves y objeto de que un gobierno siga en el poder o sea sustituido.
Y cuando a un gobierno le interesa aferrarse al sillón, pues tiene que buscar una "distracción" para tener a la gente tranquila y de su lado.

Yo no digo que el ideal independiente no haya estado siempre ahí, entre vascos, entre catalanes o entre gallegos, andaluces o extremeños, pero es preocupante que fomentar el ansia de independencia sea más importante que salir del bache en el que estamos.

Eso sin contar con la mala imagen que en Europa estamos dando. Esto sí que se tendría que tener en cuenta, para que el resto de los países de la Unión no nos vean como un país que parece que está cosido con hilván y en cualquier momento se puede descoser.

Esto es lo que verdaderamente me preocupa.

Gemma dijo...

Hola a todos después de tanto tiempo,

Antes de nada, quiero decir que soy catalana y partidaria a la independencia.
Digo esto porque creo que la gente que vive fuera del territorio catalán ha recibido desde hace muchos años informaciones erróneas sobre nosotros. Y más aun, los políticos españoles se aprovechan en criticarnos porque gracias a eso les dan votos, (sino que se lo pregunten al partido que dirige hoy el Gobierno).
Con estas palabras no quiero entrar en ninguna guerra dialéctica, pero digamos lo que digamos, nunca estaremos de acuerdo; pero sí quería decir que a veces desde fuera se opina a la ligera sin saber la real opinión de la gente o sólo basándose en los actos de los políticos.

Gracias.

PD: Para acabar sólo quería decir que Pepe Rubianes era gallego, no catalán.