miércoles, 30 de septiembre de 2009


¡A SACO!


HISTORIA DE UN “SAQUEO”
Una enfermera asesina sistemática de maridos. Un ex-facha empeñado en demostrar que acepta los principios constitucionales, para lo cual ha desarrollado una enfermiza sumisión a las instituciones democráticas y sus funcionarios. Un funeral. Un cadáver sin testamento. El botín de un gran robo escondido en alguna parte del escenario. Dos criminales aficionados absolutamente inmorales y de sexualidad revuelta. Y… ¿un inspector?... que se supone que debería resolver el caso, pero que lo enreda todavía más. ¿Qué puede pasar...? Tantas e inesperadas cosas que, juntas, arrasarán los diafragmas de la concurrencia a base de carcajada limpia, pero inteligente y crítica. Vamos denunciar y contar cómo los seres humanos ocultamos nuestro egoísmo tras una máscara idealista. Todos tenemos teorías sobre la vida, el mundo y cómo debería ser una sociedad ideal. Pero luego, en la distancia corta, en la realidad... todos vamos a lo nuestro. Igual que los enloquecidos y bufos personajes de nuestra obra: creada en 1965 por el autor más provocador y divertido de su tiempo, JOE ORTON, y puenteada hacia la actualidad por LA COMPAÑÍA. En este espectáculo vamos todos...

¡A SACO!

Este domingo a las 11.00h en el Teatro del Arenal comienza un largo proceso de entrenamiento actoral con vistas a un montaje alocado pero preciso de la gran obra de Joe Orton "Loot", que yo traduje como "Saqueo" y que LA COMPAÑÍA acabó tildando de "¡A SACO!" Haremos trabajo de análisis de texto intensivo para decidir entre todos de dónde partimos y hacia dónde queremos ir. Luego flexibilizaremos los ensayos para trabajar aspectos parciales. También haremos talleres concretos de voz y de movimiento escénico con especialistas. La idea es llegar al 1 de Febrero con tal bagaje que la puesta en escena fluya de forma casi espontánea sobre las tablas hasta subirnos el 13 de Marzo al Teatro Palacio Valdés. La semana que viene os contaré las primeras sensaciones. Aunque tras la conversación con los jóvenes que se han involucrado en este proyecto tan estimulante como loco, ya tengo mi primer subidón: Javier Ambrossi, Bernabé Fernández, Marco Martínez y Adrián Lamana se han embarcado con toda su energía y su maravillosa inocencia en este viaje de exploración apriori, y de conquista (espero) a posteriori. Es para sentirse esperanzado con la nueva generación de actores que aportarán calidad y compromiso en los próximos años.

jueves, 17 de septiembre de 2009


Take this waltz

Cuando tras más de cincuenta años trabajando, una persona ve desvanecerse la tranquilidad que merece su vejez, por circunstancias ajenas a su voluntad, puede autocompadecerse hasta el extremo y dejarse morir en la ruina, subsistir con lo poco que le queda, recurrir a sus allegados o venderse a la luz pública para obtener un beneficio rápido. Pero siempre hay una forma productiva de recuperarse sin perder la dignidad. ¿Quién dijo que en la tercera edad ya no se sirve para nada? ¿Cuándo finaliza la vida profesional de una persona?

Leonard Cohen perdió hace cinco años, a manos de una supuesta persona de confianza, el dinero que le garantizaba una jubilación acomodada, tras décadas de trabajo. Este artista canadiense publicó su primer poemario con sólo veintidós años y, desde ese momento, no cesó de publicar libros y discos, convirtiéndose en un referente literario y musical para miles de lectores y oyentes.
¿Qué hacer ante esta triste y no menos humillante situación? Recurrir a lo que mejor sabe hacer: volver a los escenarios. Y no lo ha hecho de cualquier forma. Ha vuelto acompañado de unos músicos de excepción y con la energía suficiente como para viajar de un lado a otro dando lo mejor de sí, durante dos años.

El pasado domingo ofreció uno de los ciento cincuenta conciertos que está realizando desde mayo del año pasado. El espectáculo aconteció en un pueblo de Granada, la provincia andaluza que marcó su vida al descubrir la obra de Federico García Lorca y en cuyo honor llamó Lorca a una de sus hijas. Fue un show inolvidable porque no sólo estábamos ante una leyenda viva de la música, sino frente un hombre que tiene setenta y cinco años de vida a sus espaldas y se mueve por el escenario como si por él no hubiese pasado el tiempo. Enjuto, elegantemente vestido, ceremonioso, sonriente y con la voz más grave y rasgada, cantó y recitó durante más de tres horas, dividas en dos sets y tres generosos bises.

Con sincera humildad dejó brillar y destacar, durante todo el repertorio, a sus nueve acompañantes: Roscoe Beck (bajo, contrabajo y coros), Rafael Gayol (batería y percusión), Neil Larsen (teclados y acordeón), Bob Metzger (guitarra eléctrica), Sharon Robinson (voz y coros), Webb Sisters (coros, arpa y guitarra) y los fantásticos Dino Soldo (saxo, flauta eléctrica, armónica, teclados y coros) y el catalán Javier Mas (guitarra de 12 cuerdas, bandurria, laúd y archilaúd). Todos tuvieron sus grandes momentos con solos espectaculares, especialmente Soldo y Mas.

Composiciones memorables, tanto para quienes vivieron su nacimiento y pudieron oírlas en voz de un Cohen joven como para las siguientes generaciones (que las hemos escuchado sin ubicar a veces su autoría), hicieron las delicias de los asistentes. Sonaron, entre otras, Dance me to the end of love, Everybody knows, In my secret life, The Future, I’m your man, Ain’t no cure for love, The partisane, The gipsy’s wife y las emblemáticas Suzanne, So long Marianne, Hallelujah, Sisters of mercy y Bird on the wire. La guinda, cómo no, fue Take this waltz, su maravillosa versión del poema Pequeño vals vienés de Lorca.

En muchas de las innumerables críticas escritas sobre esta gira se está dando las gracias a la impresentable que se dio a la fuga con un dinero que no era suyo e indirectamente ha propiciado que el compositor y su inseparable sombrero se echen de nuevo a la carretera. Yo no lo voy a hacer porque a quien le estoy agradecida es al propio Cohen, a él y a los músicos y técnicos que le acompañan de una ciudad a otra, cuidando cada detalle y haciéndonos felices durante tres horas a todos los que amamos la buena música y hemos tenido la suerte de verlos. Por eso y porque seguramente será la última vez que le disfrutemos en directo, yo le digo desde aquí: Hey, Mr. Cohen, that’s the best way to say goodbye!

martes, 8 de septiembre de 2009


Arte en Madrid II

Este verano, el núcleo artístico de Madrid, situado en el Paseo del Prado, ha reunido tres grandes exposiciones que, a raíz de su éxito, han demorado su finalización y requerido un horario de visita más amplio. La crisis se nota también en la afluencia turística pero, curiosamente, el arte no se resiente tanto como otras áreas, sin contar con que hay varios sitios con franjas horarias de entrada gratuita.

Henri Matisse (1869-1954) es el centro de atención del museo Thyssen-Bornemisza, hasta el día 20 de septiembre. Su trayectoria se divide en tres periodos y esta exposición se centra en la segunda etapa, desde 1917 hasta 1941, la más extensa e incomprendida. Durante esta época, experimentó un fuerte cambio cuando se adivinaba el final de la Primera Guerra Mundial, cambiando de ciudad de residencia y adentrándose en lo que él denominó “pintura de intimidad”. Abandonó sus grandes composiciones planas, volviendo a introducir el volumen, mediante el color y la forma, e inspirándose en la pintura holandesa del siglo XVII. En esta muestra podemos observar claramente que Matisse primaba el color sobre lo demás porque pensaba que éste podía desempeñar el papel de otros factores como las perspectivas o las sombras.
Tras una crisis profesional y una vuelta a sus orígenes, por un encargo para un mural, decidió centrarse en el dibujo más que en la pintura y fue en ese momento cuando concluyó el período que abarca esta exposición.
Se le considera heredero de Cézanne y Gauguin y un artista tan influyente como Picasso pero, desde mi punto de vista, no estaba al mismo nivel y, aunque vale la pena ver la exposición, recomiendo disfrutar más de la extensa y variada colección permanente del museo, que además abarca todas las épocas y estilos.

El Museo del Prado disfruta de sus últimos días con la apabullante exposición de Joaquín Sorolla (1863-1923), una clara muestra del gran muralista que fue, aunque dominaba todo lo que se propusiese. Lejos queda aquella simple referencia de “el pintor de las mujeres en la playa” porque fue mucho más que eso. Su perfecta elección del color, su dominio de las proporciones y la precisión que lograba a base de grandes pinceladas, dotaron a sus cuadros de vida y realismo, tómese como ejemplo ¡Aún dicen que el pescado es caro! Siendo toda su obra digna de mención, incluidos los tributos a maestros en los retratos familiares como Mi familia, no hay duda de que su estrella es “Visiones de España”, un conjunto de óleos realizados para The Hispanic Society of America de Nueva York, para la que se comprometió a plasmar la esencia de las provincias de España. Al tener que pintar murales de gran tamaño y fieles a la realidad, necesitó ocho años, durante los que viajó por todo el país buscando lo más curioso y característico de cada lugar. Mientras tanto, realizó obras de menor tamaño y precisión, buscando nuevas opciones para representar la luz.
Fantástica exposición que aún se puede ver, porque termina el día 13, y que yo recomendaría redondear dando una vuelta por las salas de Velázquez y Goya y disfrutando del gran diseño de la ampliación del museo, realizada por Rafael Moneo.

Por último, el tercer punto fuerte ha sido Juan Muñoz (1953-2001) en el Museo Reina Sofía, con la colaboración de la Tate Modern de Londres. Conocido principalmente como escultor, este polifacético artista se formó en Inglaterra y Estados Unidos pero volvió a su Madrid natal, donde expuso por primera vez. Desde ese momento, no dejó de trabajar y enseñar su obra por todo el mundo, hasta su muerte. Estuvo casado con la también artista Cristina Iglesias, creadora de la fantástica puerta-escultura de la ampliación del Museo del Prado, en 2007.
Esta exposición ha abarcado escultura, pintura, dibujo y sonido (produjo trabajos radiofónicos como A Man in a Room, Gambling, para la BBC, junto a Gavin Bryars, en 1980). Hemos podido ver obras como Tierra Baldía con dibujos geométricos en el suelo que descolocan al espectador y aíslan a la figura que cohabita con el piso; Cortinas de la “Naturaleza de la Ilusión Visual”, un espectacular trampantojo pintado con acrílico sobre lienzo; Descarrilamiento, un tren de acero que mide casi cuatro metros; Muchas veces o Escena de conversación, grupos conversando, realizados con bronce, resina y papel maché, entre los que los espectadores caminan hasta terminar empatizando con ellos; una serie de figuras de enanos que ignoran lo que acontece a su alrededor y se limitan a observar un punto de interés, véanse El apuntador, George o Sara frente al espejo. Y mucho más, casi cien obras repartidas por todo el museo que logran hacernos olvidar durante un tiempo que el Guernica de Picasso espera un fugaz saludo por nuestra parte.
Mención aparte para obras permanentes como la media sala dedicada a Pablo Palazuelo, que interesará a quien guste de la pintura abstracta y geométrica y tres obras curiosas, en tanto que es difícil reconocer a sus autores: Las nuevas savias de Antonio Saura (tuvo una fase surrealista), la escultura Mujer en el jardín de Picasso y Personaje de Tàpies.

Los teatros también se están moviendo bastante en Madrid y pude disfrutar de una obra, durante mi breve escapada, pero hablaré de ella en otra entrada.

sábado, 5 de septiembre de 2009


Harry Potter y el príncipe mestizo

Aunque hace ya más de un mes que se estrenó, tenía pensado desde hace algún tiempo hablar de la sexta película de esta saga. He de decir primero que me ha decepcionado un poco la adaptación del sexto libro, omiten muchas cosas y se inventan otras tantas. Es verdad que es muy complejo llevar un libro al cine pero deberían incluir lo más importante de la historia. Por ello, recomiendo primero leer los libros antes de ver las películas porque puede que mucha gente no entienda la mitad de las cosas que suceden.

La película comienza en el Londres muggle, siendo atacado por los mortífagos, lo que nos da a entender que Voldemort ha vuelto y con ello comienza la guerra. Impactante la destrucción del puente.
Más tarde, vemos al profesor Horace Slughorn, muy bien interpretado por Jim Broadbent, que es igual al que imaginamos en el libro. Despistado y algo alocado, será el profesor de Pociones este año, ya que el profesor Severus Snape aceptará su ansiado puesto de profesor de Artes oscuras.
Un momento memorable es el juramento inquebrantable entre Narcisa Malfoy y Severus Snape, cuando él jura proteger a Draco y hacerse cargo, en el caso de que él no pueda acabar la misión que el señor tenebroso le ha encomendado, de dicha empresa. Gran escena.

El misterio del príncipe trata básicamente de un libro de pociones que Harry encuentra accidentalmente en clase. Su dueño se hacía llamar "El principe mestizo". En él hay instrucciones avanzadas sobre pociones, cosa que ayuda a Harry a aprender más sobre esta asignatura, incluyendo hechizos como septusembra. Lo decepcionante de este hecho es que apenas se investiga quién podría ser el príncipe hasta el final.

Hay otra trama paralela como la búsqueda de los horrocruxes (objetos o personas donde se guarda una parte del alma). Voldemort dividió su alma en siete partes, por lo tanto, hay siete horrocruxes. Para matarle hay que destruirlos todos. Vemos a Voldemort de niño, interpretado por el sobrino de Ralph Fiennes, y cómo se convirtió en el mago más temido.

Me sigue sorprendiendo que todos los directores se centren tanto en el trío protagonista (Harry, Ron y Hermione), a pesar de que la historia es más compleja y todos los personajes tienen un papel importante. Es más, el verdadero héroe de la historia es otra persona y no Harry Potter como nos hacen entender; esto lo hablaremos en la septima cuando llegue el momento.

Lo más emotivo de la película, en mi opinión, es la escena de la cueva dónde Dumbledore bebe una poción para así acabar con un horrocrux que es el relicario de Salazar Slytherin. Vemos a Dumbledore sumido en el dolor que le provoca dicha poción, con Harry desesperado haciéndosela beber.
Cómo no, muy emotiva también es la muerte de Albus, a manos de Severus, y todos en Hogwarts llorando su muerte. Esta escena sí que me decepcionó, porque no es fiel, ya que en el libro celebran su funeral, en el capítulo "El sepulcro blanco", aunque la música es muy buena. Siempre lo diré: una buena banda sonora da calidad a una película.

Snape es tachado de traidor pero algo esconde, muy adentro, que explica sus actos. La misión de Draco era matar a Albus pero es muy joven para cometer ese terrible acto y tampoco lo deseaba, sólo era una venganza del señor tenebroso hacia Lucius Malfoy, padre de Draco, para humillarlo.

En definitiva, es una película que entretiene, Harry Potter ya no es para niños por su carga emocional, aunque hecho en falta más acción.