sábado, 31 de octubre de 2009


Giselle

Inocencia, amor extremo, engaño, venganza y almas sin descanso son algunos ingredientes de los trágicos y románticos cuentos del siglo XIX con los que casi seguro estamos todos familiarizados.
Cinco lustros antes de que Bécquer escribiese el famoso relato El monte de las ánimas, por citar uno de sus mitos populares, el escritor Heinrich Heine creó su obra De l’Allemagne, a partir de una leyenda germana. Seis años más tarde, en 1841, se convirtió en la base argumental del ballet Giselle, con libreto de Theóphile Gautier, Jean Coralli y Vernoy de Saint-Georges, coreografía de Jules Pierrot y Coralli y música de Adolphe Adam. Fue estrenado el 28 de junio en la Ópera de París cosechando un gran éxito y propiciando sucesivas representaciones, hasta nuestros días.

Una de las bailarinas que encarnó a la dulce protagonista fue Alicia Alonso, quien sigue trabajando incansablemente, como coreógrafa, a sus casi noventa años. Nacida en La Habana en 1920, de padres españoles, tiene un puesto destacado en el mundo de la danza gracias en parte a Giselle. Creó la primera compañía cubana de ballet que, en un principio, llevaba su nombre y más tarde pasó a tener su denominación definitiva: Ballet Nacional de Cuba. La compañía se halla de gira, una vez más, y actualmente está representando esta obra en diversas ciudades españolas.

Dividida en dos actos, nos cuenta la historia de una joven campesina llamada Giselle, que vive felizmente enamorada de su amado Loys. Él finge ser un humilde aldeano para poder estar con ella pero, en realidad, es Albrecht, duque de Silesia. Hilarión, el guardabosques, también ama a Giselle y, ardiente de celos, decide vengarse de su contrincante, descubriéndolo ante ella en plena cacería de la corte del príncipe de Courtland. Lo que no preveen ninguno de los dos pretendientes es que la delicada salud de su adorada puede llevarle a la muerte, transformándose en una wili, un ser mitológico que vaga por la noche en el bosque, el alma en pena de una joven fallecida antes de su boda.
Giselle no da crédito a la mentira de su amado y reprende a Hilarión su sentencia pero contempla con horror cómo Albrecht admite su engaño. Baila incesantemente mientras pierde la razón hasta expirar su último aliento en brazos de su doliente madre. Ahora, la doncella es una wili y forma parte de un grupo de bellos espectros vestidos de blanco que vagan en busca de jóvenes vivos a los que poder castigar. Desean que Hilarión y Albrecht dancen hasta morir pero el amor de Giselle por Albrecht permanece inalterable y tratará de salvarlo como sea. Cuando transcurra la noche, los espectros deberán desaparecer y Giselle habrá de retornar a su tumba para ser velada por sus seres queridos.

El argumento dramático de la historia, en combinación con la cuidada coreografía, la eficiente puesta en escena y el profesional elenco, provocan que el público aplauda efusivamente numerosas veces a lo largo de la representación, aparte de regalar enormes ovaciones a la propia Alicia Alonso, que saluda al comienzo desde el público y al final sobre el escenario.
Mención especial para Annette Delgado (Giselle) por su fantástica ejecución, que sorprende y emociona hasta a los que no somos devotos del ballet clásico, y a los bailarines Serafín Castro, Raúl Mazorra, Omar Morales y Yonah Acosta, que realizan juntos grandes números en el primer acto pero no tienen oportunidad de saludar al terminar la función, como más de la mitad del equipo artístico, único punto negativo a recordar.
Quien desee vivir una leyenda mitológica y trágica sin palabras y con la sencillez y elegancia que sólo aporta el ballet clásico, no debe dudar en ir a ver Giselle. Le gustará.

lunes, 26 de octubre de 2009


La vida puede ser maravillosa

El pasado fin de semana perdimos a un grande de los grandes, un periodista que hacía el mundo del deporte más interesante de lo que ya era. Disfrutábamos con su voz e imaginación, con su capacidad para inventar jugadas y motes.
Andrés Montes. Ese hombre bajito con aspecto amable que comenzó siendo comentarista de los partidos de baloncesto y fútbol allá por el año 80, para más adelante, en el 96, retransmitir los partidos de la NBA.
La última vez lo vimos en el Eurobasket, donde anunció su despedida de la Sexta para volver al mundo del baloncesto, ya que retransmitía, desde 2006, los partidos de fútbol de esta cadena.
Algunas de sus frases más célebres, entre otras, eran :

¡Ratatatatatatata!
¡Tiqui-taca!
¡Wilma, ábreme la puerta!
¡Tiburónnnnnn!
¡¡Jugón!!

Lo que gustaba de verdad era cómo disfrutaba comentando los partidos fuera de lo que fuese. Es y era único. De verdad se puede decir que Wilma le abrió la puerta.
Hasta siempre, jugón.

miércoles, 21 de octubre de 2009


El poder de la simplicidad

Estuvimos viendo "La omisión de la familia Coleman" en la sala pequeña del Teatro Español. Bravo. Simplicidad absoluta de elementos escénicos, ropa casi harapienta... y diálogos increíblemente veraces. Un drama que hace reir. Actores sincronizados de tal manera que son capaces de plantear varias conversaciones simultáneas permitiendo que el espectador no sólo se entere de ambas situaciones, sino que además tenga la verdadera sensación de haberse infiltrado en una casa ajena.
La pobre y destartalada casa de los Coleman: una madre que no ha querido dejar de ser una niña, una abuela que comprende a todos pero no arregla a nadie, un hijo psicótico y caprichoso, otro dolorido y aspirante a criminal... y una niña que está dispuesta a ser madre de todos pero que no la dejan. Alguien escapó de aquel territorio sembrado de padres ausentes y devastado por la pobreza y la abulia: una hija que fué entregada en adopción y se crió de otra manera. Ella ahora es una mujer emancipada, madre de dos hijos y responsable que intenta hacer algo por su familia de origen. Ese leve ejercicio de buena voluntad le lleva al desastre personal.
Y os aseguro que te ríes. Te ríes sin parar al contemplar esa familia que destruye y enreda todo lo que toca a pesar de que te espantaría formar parte de ella.
Un desastre ordenado por un relojero: Claudio Tolcachir. ¿Cómo se hace una pieza tan divertida y angustiosa a la vez? ¿Cómo se consigue ese efecto de espontaneidad sin dejar un resquicio de engaño al espectador? Trabajando de una manera muy particular... en palabras de Tolcachir: "Conocía el grupo de actores, sabía con quiénes quería trabajar. Y había también desafíos para los actores: que trabajaran personajes distintos, quería imágenes de ellos transformados. Y apareció una familia. Yo tenía de los personajes apenas algún indicio, casi —podría decirse— un prejuicio. "Conocer a un personaje no es distinto a conocer a una persona: están las ideas previas que a veces impiden mirar claro". Nada ingenuo, tiró en aquellos primeros ensayos dos consignas que sólo pueden surgir en alguien que entiende algo de lo que pasa en el mundo. "Les pedí —recuerda— que se quedaran en la casa, que permanecieran, sin forzar nada. Que estuvieran, nada más. Y algo más: nadie debía tener claro qué lugar ocupaba en esa familia". Estar en una casa sin saber qué hacer y no saber qué lugar se ocupa en ese organigrama amable y feroz: cualquier similitud con la realidad no parece ser pura coincidencia. "Quería un desarrollo de la historia, no tenía que ser una familia cuyo drama pudiera decirse en una sola línea", explica.
Una forma diferente de trabajar que repercute en el espectador de una forma brutal, pero que exige de los actores una implicación más allá de lo normal... ¿Seríamos capaces de practicar éso en España? Nosotros lo vamos a intentar.

Tenéis Familia Coleman en Madrid hasta el 1 de Noviembre y "Tercer Cuerpo" otro espectáculo de "Timbre 4" y Tolcachir hasta el 29.

jueves, 8 de octubre de 2009


Los adulterios de la abeja reina

Entre toda la oferta teatral que hay ahora en cartelera, podemos encontrar dos obras cuyo nexo principal es una veterana actriz de cabello rojizo y mirada inocente que se ha embarcado en dos proyectos muy diferentes.

Verónica Forqué siempre ha admirado la obra de Woody Allen y, cuando se le presentó la oportunidad de dirigir una de sus obras, no se lo pensó dos veces. Adulterios reúne todo lo que nos divierte de Allen y le hace único: amor, infidelidad, conversaciones filosóficas, psiquiatras más paranoicos que sus pacientes, toneladas de sentido del humor y el marco incomparable de Nueva York. La historia comienza presentándonos a Phyllis (María Barranco), una reputada psiquiatra de Manhattan que descubre la infidelidad de su marido. Cita a Carol (Miriam Díaz-Aroca), su mejor amiga, para hablar del tema, comienzan a salir secretos a la luz y, cuando aparecen sus respectivos maridos, la trama se enreda hasta la locura, sin dejar que el público respire entre una carcajada y otra. Resultando muy efectivos los cinco actores, María Barranco brilla especialmente, como gran embajadora del sentido del humor que es desde que la conocemos. Y mención aparte para Fermí Herrero (Howard) por encarnar al divertidísimo y entrañable personaje en el que vemos reflejado al propio Woody Allen.
Sin duda, esta obra divierte y entretiene hasta al más reacio a la risa. Altamente recomendable.

Por otro lado, Forqué se ha aventurado a versionar Humble Boy, un texto de la actriz y dramaturga Charlotte Jones, que aquí ha pasado a llamarse La abeja reina. Hace siete años, vio esta obra en Londres, le encantó y quiso interpretar a la protagonista en nuestro país pero, por cuestiones de edad, el proyecto se demoró hasta ahora, contando con Miguel Narros como director.
Flora Humble es la abeja reina sobre la que revolotean los demás personajes de esta shakesperiana historia. Se ha quedado viuda pero tiene a Angelita (Marta Fernández Muro) y a Luis (Miguel Rellán), una amiga y un amante incondicionales que le endulzan la vida sin necesidad de saborear la miel que generaban las abejas de su difunto marido y que ahora quiere exterminar. Su tranquilidad se trunca con el regreso de su hijo Félix (Juan Díaz) un joven profesor universitario en plena crisis que sólo se defiende hablando de astrofísica, campo en el que ha volcado su vida para huir de los fantasmas del pasado. El diálogo entre ambos no les lleva a ningún lado, sólo a lanzarse reproches el uno al otro. Él se desahoga hablando solo o con el jardinero (Juan Carlos Sánchez) que no pierde la sonrisa y le alienta a ver las cosas de otra forma. Ella disfruta dejándose querer por Luis y minando la autoestima de su insegura amiga. Pero no se conforma con ello y decide reunirlos a todos, incluyendo a la hija de su amante, Rosie (Alba Alonso), con la que su hijo tuvo una relación años atrás y que tiene más de un tema que resolver con él.
La trama deriva más en el drama que en el humor, aunque tiene varios momentos divertidos, sobre todo gracias a Miguel Rellán. Muy bueno el trabajo de todo el elenco pero le falta algo a la obra, no sabría decir qué pero se hace rápida y lenta a la vez, es dramática pero no lo suficiente, tiene humor pero no el necesario para contrastar con la tensión del argumento, provoca una sensación extraña y algo desasosegadora. Aún así, yo la recomendaría por ver la maravillosa puesta en escena, el buen hacer de los actores y la sorpresa final de la historia.