lunes, 15 de octubre de 2012

Mi escena favorita... de mi peli favorita (I)

Miguel Hermoso Arnao

Háblanos de una escena y película predilectas.
Me senté con mi padre a ver la tele. Eran otros tiempos... Pilar Miró era la directora de RTVE y en prime time no ponían “Gran Hotel”, sino “Código Criminal”, de Howard Hawks. Le dije: “¿Papá, por qué te gustan tanto las pelis de cárcel?”. Contestó: “No lo sé, hijo, no puedo evitarlo, me encanta el cine sobre cárceles y hombres encerrados”.

Cadena Perpetua 

Tim Robbins (Alta fidelidad, Mystic River, La vida secreta de las palabras...) y Morgan Freeman (Sin perdón, Seven, Million Dollar Baby...), dirigidos por Frank Darabont (La milla verde, The majestic, Collateral...).

Hace 18 años que vi esta película. Y me pregunté: ¿Por qué te gustan las pelis de cárcel, Miguel? Hoy tengo una respuesta: porque las pelis de cárcel... tratan de la libertad.

Tratan de qué hacer con ella. Versan sobre qué es importante y qué no. Comprimen la vida a lo esencial. Como dijo Camus, la pregunta no es si hay otras vidas, la pregunta es si ésta merece la pena vivirla. Y yo añadiría: “Depende”.

Depende de qué hagamos con ella. ¿Verdad? Pero estando encerrados en una prisión, sin amigos ni afectos, sin perspectivas de futuro, sin planes que hacer (porque te quedan 20 años de condena y no importa si eres culpable o no), “la vida” increíblemente cobra su sentido más concreto porque no hay distracciones, no hay diversión y no hay facturas que pagar ni obligaciones que asumir. Eres tú y tu supervivencia... Pero, claro... ¿Para qué? ¿Para cuándo?

Recuerdo esta escena: Andy Dufresne (Tim Robbins) ya se ha hecho amigo del alcaide de la prisión y de todos los funcionarios que antes le puteaban, porque les hace la declaración de la renta y se ahorran una pasta. Mientras tanto, ha estado bombardeando con cartas al ministerio para que enviaran libros y discos a las prisiones con objeto de ¡rehabilitar a esos criminales con la cultura! (qué ocurrencia, ¿verdad?). Pues al final resulta que, probablemente para que les deje en paz, mandan un montón de libros y discos a la cárcel. Entre ellos, hay una edición de una ópera de Mozart: “Las noches de Fígaro”.
Y entonces, Dufresne, que lleva la mejor vida posible en una penitenciaría, gracias a los favores que presta al personal... lo sacrifica todo por escuchar el aria de la condesa y Susana cantando “El dueto de la carta” en un gramófono y orientándolo hacia la megafonía del patio de los reclusos que, como dice Red (Morgan Freeman), “no sé sobre qué coño cantaban esas mujeres italianas, pero por un par de minutos toda esa cuerda de cabrones sentimos que éramos pájaros volando más allá de los muros de la prisión”. Ese par de minutos son los que tardaron los funcionarios en entrar en el despachito que Dufresne tenía para satisfacer sus fraudes y destrozarle a hostias. Le encerraron treinta días en “el agujero”. Pero él sonreía. ¿Por qué? Porque Mozart ya estaba dentro de él. El aria permanecía en su memoria, podía pasar treinta y hasta sesenta días en un puto agujero con el aria de Mozart en su cabeza.

Porque ni entre muros de hormigón se puede apresar el alma humana.
Porque el pensamiento, el sueño, el recuerdo... y hasta lo que imaginamos que podría ser y no es... está ahí y es más fuerte que nosotros.
De eso va esta película.
Y por eso es mi peli favorita.

¿Qué otros dos filmes crees que deberíamos ver todos antes de morir? 

Paris Texas y El cielo sobre Berlín, ambas de Wim Wenders.


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 Ver escena descrita de Cadena Perpetua:



Información sobre las tres películas: 

Cadena Perpetua


Paris, Texas


El cielo sobre Berlín


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